Llevamos toda la vida oyendo la letanía de que “el dinero no da la felicidad”. Existen, no obstante, muchas ingeniosas respuestas de personas que creían lo contrario.
Decía Woody Allen algo como que “no da la felicidad, pero produce una sensación tan parecida que solo avezados expertos pueden notar la diferencia”.
Ante la frase de que “el dinero no lo es todo”, decía un humorista que es verdad, también están los cheques, las tarjetas de crédito, etc.
Bromas aparte, muchos nos hemos preguntado si la advertencia de algunas de las religiones mayoritarias o ciertas corrientes de pensamiento con respecto a los peligros del dinero tendría algún apoyo de la ciencia o solo eran sabias advertencias aplicables en ciertos momentos y para ciertas personas, pero no una verdad inmutable y aplicable a todo el mundo en toda circunstancia.
La emisión del WHR 2024 (World Hapiness Report), o Estudio sobre la felicidad en el mundo, realizado por el Instituto Gallup en colaboración con la Universidad de Oxford, me hizo volver a replantearme esta cuestión. Tengo que reconocer mi sesgo hacia decantarme por una respuesta positiva, pero para contrarrestarlo, otros podrán argumentar justo lo contrario y apoyarlo con evidencia como se hace en este artículo.
¿Qué variables se utilizan para explicar las evaluaciones de vida de este estudio (WHR)?
- PIB per cápita
- Apoyo social
- Esperanza de vida saludable
- Libertad
- Generosidad
- Corrupción.
Aunque finalmente, hay que destacar que las puntuaciones se basan en las propias evaluaciones de los individuos de sus vidas.

Figura 2.1. Ranking de países según autoevaluación de los individuos (WHR, 2024)
¿Puede el Dinero Ser una Fuente de Felicidad? Un Enfoque desde la Psicología
Algo que destaca en este estudio es el observar una correlación significativa entre el ingreso promedio de un país y la felicidad de sus habitantes.
Los países con economías más desarrolladas tienden a reportar mayores niveles de bienestar subjetivo.
Esto se debe, en parte, a que el dinero permite a los gobiernos invertir en servicios públicos de calidad, como salud y educación, que mejoran directamente las condiciones de vida. Y añado que, si esto no se diese, las personas con altos ingresos siempre pueden compensar esa carencia acudiendo a soluciones privadas.
Por ejemplo, el WHR de 2023 reveló que Finlandia, con altos niveles de ingresos y equidad económica, lidera el índice mundial de felicidad. Observamos también que además del mencionado país, los que están en la zona alta del ranking son países con altos ingresos. Este caso demuestra que el dinero, distribuido de manera equitativa y eficiente, puede ser un potenciador del bienestar colectivo.
El dinero facilita el acceso al bienestar
Decía un multimillonario que “el dinero te ayuda a no tener problemas de dinero”. La idea es que una necesidad elemental según la teoría de las necesidades humanas de Maslow, la seguridad económica queda satisfecha y facilita el alcanzar niveles superiores de autorrealización.
Cuando tenemos satisfechas las necesidades más elementales, podemos concentrarnos en metas más elevadas, como el desarrollo personal y las relaciones sociales.
Dinero y Psicología Positiva
Estudios liderados por Elizabeth Dunn y Michael Norton han demostrado que gastar dinero en experiencias, en lugar de bienes materiales, genera mayor satisfacción emocional. Las experiencias promueven conexiones sociales y recuerdos duraderos, dos componentes clave del bienestar. Por lo tanto, la psicología positiva también se alinea con la idea de que la capacidad económica puede ser saludable cuando la usamos para fines que se alinean con nuestros valores fundamentales.
También la generosidad está asociada a mayores niveles de felicidad. Esto ocurre porque las acciones altruistas activan áreas del cerebro relacionadas con la recompensa y el placer.
¿El dinero compra la felicidad?
Pues no exactamente, ya que, aunque es un facilitador, su impacto está limitado. La “Paradoja de Easterlin” sugiere que, una vez alcanzado un nivel de ingreso que asegura las necesidades básicas, los aumentos adicionales en riqueza tienen un efecto decreciente sobre el bienestar subjetivo. Este fenómeno se explica en parte por la adaptación hedónica, ósea, que nos acostumbramos a nadar en la abundancia y rápidamente volvemos a nuestros niveles habituales de felicidad. La fiesta dura poco. Aunque estudios posteriores no hablan de efecto decreciente sino de que la felicidad no tiene mayor incremento por más dinero que se tenga.
La meritocracia a veces puede ser una larga carrera con un estrés salvaje que puede poner en peligro incluso nuestra salud, y sin esta, no hay bienestar sostenido en el tiempo.
Un estudio en la Universidad de Harvard del profesor Arthur Brooks encontró que, si bien el dinero no puede comprar la felicidad directamente, es una excelente herramienta para proporcionarnos seguridad y sensación de control en la vida, lo cual me parece ya más que suficiente como para ver al dinero con buenos ojos. Pero no es serio quedarse solo con un trabajo respecto a esto y me gustaría compartir alguna otra investigación.
Por otro lado, una investigación publicada en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) por Kahneman (2010) encontró que el bienestar emocional aumentaba con los ingresos hasta aproximadamente 75,000 dólares anuales, después de lo cual se estabiliza. Pero estudios más recientes sugieren que ese umbral pudiera ser más elevado, lo cual nos indica que no parece haber un límite claro, sobre todo en escenarios económicos cambiantes.
Impacto del dinero en la salud mental
La seguridad financiera también tiene un papel crucial en la salud mental.
Un estudio de la Universidad de Princeton encontró que las personas con ingresos superiores a 75,000 dólares anuales experimentan menos emociones negativas relacionadas con la preocupación y el estrés.
La seguridad y estabilidad emocional que aporta el tener las espaldas cubiertas en lo financiero nos permiten manejar crisis con solvencia y planificar el futuro con una tranquilidad que no tiene quien casi no llega a fin de mes.
La conclusión sería que, aunque es cierto que el dinero no es lo único que puede aportarnos felicidad, este influye de manera muy importante en nuestro bienestar psicológico. La evidencia científica nos dice que unos altos ingresos económicos pueden mejorar nuestra calidad de vida, proporcionarnos seguridad y permitir que tengamos acceso a experiencias enriquecedoras de todo tipo a las cuales no se puede acceder sin dinero.
Si tienes mucha pasta, seguro que sabes a que me refiero. Y por si no lo sabes, la clave está en utilizar ese dinero para alcanzar una vida en equilibrio y en la que las relaciones sociales que tengamos sean significativas y nos aporten la paz que buscamos.
Y si no nadas en la abundancia, es muy lícito que busques estabilidad en lo económico, aunque algunas religiones pasadas y presentes promuevan la falsa idea de que los pobres son una gente excepcional.
Referencias bibliográficas
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